El ser más perfecto
que se puede pensar, debe existir realmente: Pensarlo sin existencia no sería
pensar el mas perfecto.
Así pues, Señor, tú
que das la comprensión de la fe, concédeme -en tanto sepas que me conviene-
que entienda que existes, como creemos, y que eres lo que creemos. Y
ciertamente creemos que tú eres algo mayor que lo cual nada puede ser
pensado.
¿O acaso no existe
una naturaleza como ésta, puesto que "el insensato ha dicho en su
corazón: 'Dios no existe'"? Pero seguro que, cuando el propio insensato
oye eso mismo que digo: "algo mayor que lo cual nada puede ser
pensado", entiende lo que oye, y lo que entiende, está en su
entendimiento, aunque no entienda que eso existe.
Porque son dos
cosas distintas que algo exista en el entendimiento y entender que una cosa
existe. Pues cuando un pintor piensa de antemano lo que va a hacer, lo tiene
ciertamente en el entendimiento, pero aún no entiende que exista lo que aún
no ha hecho. Pero cuando ya lo ha pintado no lo tiene sólo en el
entendimiento, sino que tembién entiende que existe lo que ya ha hecho.
Por tanto, también
el insensato tiene que convenir en que, al menos en el entendimiento, existe
algo mayor que lo cual nada puede ser pensado, porque, al oír esto, lo
entiende, y todo lo que se entiende está en el entendimiento.
Y, ciertamente,
aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado, no puede existir sólo en el
entendimiento. Porque si existe al menos en el entendimiento, se puede pensar
que existe también en la realidad, lo cual es mayor. Por consiguiente, si
aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado existe sólo en el
entendimiento, entonces aquello mismo mayor que lo cual nada puede ser
pensado es algo mayor que lo cual nada puede ser pensado. Pero esto,
ciertamente, no puede ser. Existe, por tanto, sin ninguna duda, algo mayor
que lo cual nada puede ser pensado, y existe tanto en el entendimiento como
en la realidad.
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