viernes, 11 de octubre de 2013

La pregunta por el ser - Carlos Fernández Liria (2012)






La experiencia del desinterés es la que originó en la historia de la humanidad esa aventura asombrosa a la que llamamos historia de la filosofía. Este es el sentido profundo del término mismo que nos ocupa, “filo-sofía”. Filosofía quiere decir “amor por el saber”. “Saber por saber”. Un saber que no es saber para esto o para lo otro, sino un saber que es, meramente, “saber por saber”, “saber desinteresado” y, por tanto, saber “de todos” y “de nadie”, saber “de cualquier otro”. Por eso, la primera respuesta a nuestra pregunta, ¿para qué sirve la filosofía?, es para nada.

Platón y Aristóteles insistieron repetidamente en que la filosofía había nacido del ocio. Y así es, en efecto, ya que solo en un ocio radical es posible estar radicalmente desinteresado. Cuando ya no se trata de hacer con las cosas esto o lo otro, cuando ya no se trata de utilizarlas o de defenderse de ellas, cuando ante ellas –podría decirse- nos aburrimos solemnemente, ¿qué ocurre? Ocurre que contemplamos entonces las cosas desde un lugar en el que lo único que podemos hacer es asombrarnos por el mero hecho de que sean esto o lo otro, e incluso, asombrarnos de que en general sean, de que “haya algo” en lugar de no haber “nada”. Es entonces cuando se puede formular la pregunta que un día formuló el filósofo Leibniz y que, en seguida, fue aceptada como la formulación más profunda del tipo de cuestionar que corresponde a la filosofía: ¿por qué hay algo y no más bien nada? [...]


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